La crónica de un corredor mortal en su viaje al maratón.
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Un mes después del medio maratón, de vuelta a la calle para quitar el óxido. Primera sesión con smartwatch, playlist con trampa y sprints involuntarios durante los solos de guitarra. Además la declaración más impactante: un año para correr 42 kilómetros en 3:45 horas. Cualquier persona sensata no lo intentaría. Lo bueno es que no soy sensato.
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21 Kilómetros. Un objetivo ambicioso (Sub 2h). Un inicio soñado volando con Bruce Dickinson y una realidad brutal esperando en el kilómetro 20. Esta es la historia de cómo rompí todos mis récords personales pero perdí la batalla contra mis propias piernas por no haber hecho sentadillas.
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En mi cabeza el Medio Maratón era el 30 de noviembre, resulta que no, en realidad es este domingo 23. Esta es la historia de un #QUEMALPASO totalmente desproporcionado, un plan de entrenamiento que dio un volantazo en el último momento y un tapering de pánico a 72 horas de la carrera.
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En la semana previa al medio maratón el plan es muy simple: bajar volumen y recuperar. El primer paso es la carrera de hoy: Easy Run de madrugada, un TOC que me obliga a empezar a las 5:25, un encuentro cercano con un señor armado con un machete y la playlist más épica que me ha acompañado en una carrera.
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Fondo de 15K, el más largo del ciclo, arranque suave, tres pacemakers distintos, y un cierre que a dos semanas del medio maratón me hace pensar que todo está listo para ir por un sub 2 horas.
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Tempo Run improvisado con todo en contra: salí tarde, armé el playlist mientras calentaba, no hice ninguna de las dos cosas bien. Dos tropiezos, sesión recortada. Pero 4.5K a al ritmo correcto con 'Cuentas pendientes' de Bunbury de principio a fin. Rendirse no es opción cuando 'La Hiedra' suena de fondo.
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Tempo corto en semana de recuperación. Crónica sin épica pero con mucho compromiso: 3 kilómetros a 5:40 con precisión de cirujano. Banda sonora: Cuentas Pendientes de Bunbury, un disco que, por extraño que parezca, funciona perfecto para correr de madrugada.
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